La cuarta revolución industrial y el acelerado avance de los procesos de automatización y robotización han generado una gran preocupación para el devenir del trabajo a nivel mundial. Ante esta situación, el sector productivo mexicano debe transitar hacia una producción con mayor valor agregado que permita la creación de mejores empleos y aminore los efectos del desplazamiento de las ocupaciones rutinarias. Para lograr esto, los sistemas educativos deben responder a las exigencias de la sociedad del conocimiento, desarrollar competencias digitales y cambiar el enfoque de la enseñanza/aprendizaje para desarrollar habilidades como la creatividad, el pensamiento crítico, conocimientos STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y habilidades blandas como el trabajo en equipo y la adaptabilidad. Asimismo, resulta prioritario desarrollar una estrategia para transformar el sistema educativo desde los niveles más básicos con el objetivo de eliminar gradualmente el rezago educativo, así como crear un sistema de formación profesional moderno y flexible, que se adapte a las necesidades específicas de cada región y con una coordinación efectiva entre el sector productivo y los centros educativos.