Desde comienzos de la década de los noventa, diversos países de América Latina iniciaron procesos de reforma de las fuerzas policiales, para adaptarlas a las nuevas condiciones de la democracia, esponder a las demandas ciudadanas de eficiencia y transparencia, a las percepciones y realidades e (in)seguridad, y para enfrentar las nuevas modalidades de la criminalidad. No obstante, como buena arte de esos procesos respondieron a situaciones coyunturales, carecieron del apoyo decidido de los olíticos y enfrentaron resistencias dentro de la policía misma, las reformas fueron parciales o no se pudieron desarrollar con la amplitud y profundidad requeridas.
A partir del examen del contexto de las reformas policiales adelantadas y de las dificultades que enfrentaron, este libro presenta algunos principios y propuestas progresistas acerca de cómo debería ser la policía y sus modelos de organización institucional según las funciones que debe cumplir, de cuáles son las condiciones necesarias para que los procesos puedan concebirse y desarrollarse, y de cómo implementar la reforma en cuanto a los principales componentes de la nueva policía y sus relaciones con la comunidad y las autoridades civiles.