El Salvador se encuentra en un grave estado de deterioro ambiental y profunda alteración de los ecosistemas naturales poniendo en peligro el suministro de bienes y servicios vitales como la disponibilidad de agua para consumo humano, agrícola y agroindustrial; la protección contra desastres como tsunamis, deslizamientos e inundaciones; y la provisión de alimentos como los recursos pesqueros.