Las irregularidades ocurridas en el reciente proceso electoral hondureño del 26 de noviembre de 2017, han sido el detonante de una crisis política que tiene profundas raíces históricas y estructurales. A las cuales se suman el colapso de la institucionalidad, la crisis del sistema político y el fracaso del proyecto económico que se viene implementando con mayor rigurosidad desde principios de la década de los 90 y se profundiza después del golpe de Estado del 2009.
En ese contexto, buena parte del pueblo hondureño, llevado al límite de la sobrevivencia, cansado de esperar acceder a derechos políticos cuya vigencia es condición de posibilidad para la democracia; ha decidido reclamar en las calles, lo que considera negado por la colapsada institucionalidad del Estado hondureño.